Encontrar el estilo perfecto para el hogar es algo muy personal. A lo largo de la historia han sido muchos los momentos que han marcado una época en términos de interiorismo y la decoración a lo Belle Époque es un ejemplo perfecto. Esta corriente que gusta de incluir detalles de lujo y ostentación, además de tener una arquitectura muy característica, es el fiel reflejo de la Francia de finales del siglo XIX y principios del XX, prácticamente, hasta el estallido de la Gran Guerra.
Surgida a finales del siglo XIX la decoración a lo Belle Époque es el reflejo de la sociedad francesa de la época, una etapa marcada por el crecimiento económico e industrial cargada de optimismo
Entre principios de 1870 y 1914 la vecina Francia fue protagonista de un extraordinario crecimiento económico con la II Revolución Industrial. Ese desarrollo se trasladó rápidamente a los hogares y, buena parte de los avances industriales de la época, se incorporaron para mejorar la vida cotidiana de una burguesía de clase media en expansión.
El clima de optimismo generalizado que propician tanto los avances tecnológicos como las propias mejoras en la calidad de vida es, en parte, el impulsor de un cambio en el diseño y la decoración de interiores. La época dorada que atraviesa el país se traduce en la construcción de viviendas amplias y llenas de luz, donde los grandes ventanales y los techos algos son un must have.
Más allá de la arquitectura, el interiorismo se contagia de esa actitud esperanzadora. La decoración a lo Belle Époque bebe del optimismo de la época apostando por la opulencia y la ostentación. Los valores del progreso se materializan en pequeños y grandes detalles. En el capítulo del mobiliario, por ejemplo, se apuesta por piezas lujosas de corte barroco que engalanan grandes habitaciones llenas de luz. Pero las señas de identidad de esta corriente pronto se trasladarán a los hogares del resto de la clase alta europea.
El lujo y la ostentación están muy presentes en la decoración a lo Belle Époque que, entre otras cosas, se caracteriza por incluir todo tipo de detalles y muebles de altas calidades e inspiración barroca
Al margen del carácter fastuoso de la decoración, la paleta cromática también es muy característica en este tipo de propuestas. Los colores claros son los grandes protagonistas, haciendo del blanco uno de sus ‘buques insignia’. Sin embargo, la pureza de este tono se combina habitualmente con toques de elegancia en dorado e, incluso, se añaden matices cromáticos en rojo, principalmente, en textiles y alfombras.
Si tenemos en cuenta que la decoración a lo Belle Époque es sinónimo de lujo, no es extraño que entre sus señas de identidad prime la calidad. La creciente burguesía y la clase alta exigen piezas a la altura de sus expectativas, de ahí que el mobiliario sea siempre de alta gama en este tipo de interiores. Piezas trabajadas y de madera maciza convertidas en auténticas obras de arte, textiles gruesos y de calidad vistiendo ventanas, suelos y hasta las camas… Nada se deja al azar.
La apuesta por la calidad propia de la decoración a lo Belle Époque se traduce en los precios. Si buscas un estilo low cost para el hogar, mejor sigue buscando. En este tipo de decoraciones, se busca la exclusividad. Por eso no se escatima en detalles. Es habitual encontrar antigüedades en cualquier rincón. Estas piezas tienen un gran valor económico. Sin embargo, en muchos casos, también sentimental por haber pasado de generación en generación.
La luz es un elemento fundamental de este tipo de decoraciones. Pero no solo es importante la luz natural. Las lámparas también juegan un papel clave en ese despliegue de lujo propio de las propuestas. Es habitual apostar por luminarias de gran tamaño y, muchas veces, en cristal. Aunque tampoco faltan lámparas de mesa o apliques de pared, siempre con detalles dorados en línea con la paleta cromática propia de este estilo.
¿Te atreves con una decoración a lo Belle Époque o prefieres algo más asequible?